SAK Fundación

El deber de aliviar el dolor humano

Antes de abordar el tema prometido, debo primero compartir una confesión y luego una experiencia.

La confesión:

Hace cerca de 45 años tomé una de las mejores decisiones de mi existencia: Convertirme en bombero voluntario quizá salvó mi propia vida.

En el relato “Descenso al Infierno” lo consigno:

¿Te acuerdas qué hiciste para llegar aquí? Tal vez no sea motivo de orgullo, pero, debes admitirlo, es real. Claro: buscabas morir por algún motivo; querías desaparecer, pero rehuyendo el costo de hacer tú mismo ese acto final de magia.

Pero, ¿recuerdas también como confirmaste que querías estar eternamente vivo al lado del fuego? Fue esa madrugada cuando pasaste desbocado bajo la ventana del cuarto en el que ella dormía, como gritando a todos que se hicieran a un lado porque ya querías llegar a inundarte de miedo, que entendiste que querías regresar entero en la mañana para verla y abrazarla muy fuerte, con la vehemencia propia del acto de descorrer la venda que tapa los ojos que de pronto encuentran una razón para ver siempre. Fue así como tu primera hija, desde el comienzo de su existencia, te enseñó que estabas cerca de la cueva del Maligno por gusto de vida, no por búsqueda de muerte.

La experiencia:

En plena madrugada un compañero y yo debimos salir súbitamente de la Central de Bomberos.

Esa vez no lo hicimos sobre el estribo de una máquina, sino corriendo, pues el motivo del auxilio que debíamos brindar estaba justo enfrente de la estación: una mujer caminaba en sentido contrario sobre el carril de alta velocidad de la principal avenida de la ciudad.

Ante el inminente riesgo de que fuera atropellada, primero debimos inspirarle confianza para que nos permitiera acercarnos a una distancia en la que fuera posible rodearla con nuestros brazos, para después conducirla a sitio seguro.

Aunque más que agresiva parecía ausente, seguí sujetándola, estando ya en la banqueta, puesto que temía regresara al paso de los automóviles. Así sentí cerca su mirada de tristeza, me impregné del olor de los orines que cubrían su sucio vestido y olvidé de la presencia de los parásitos que poblaban su maltratado cabello.

Sólo dejé de abrazarla después de que logramos entablar una larga plática, es decir, luego de que intercambiamos soledades, y estuve seguro de que ella no regresaría a buscar la muerte.

Esa vez confirmé al menos dos cosas: que en esencia todos los seres humanos somos iguales y que nada hay más irracional que suponerse superior al otro.

Con estos antecedentes tuve mi primer acercamiento a la suicidología.

Esa aproximación me llevó a toparme con una primera realidad: la tendencia creciente del suicidio, que sin duda da a esta conducta el carácter de problema de salud pública, aunque la atención gubernamental todavía no esté acorde a su dimensión y siga siendo necesario recurrir al trabajo y compromiso de todos los actores de la sociedad.

Conclusiones de este acercamiento inicial de SAK Fundación

Sin que la siguiente sea una lista exhaustiva, del primer contacto en torno al intento suicida y suicidio, observo que:

  1. La concepción del suicidio está íntimamente relacionada con el momento histórico del hombre, sus sociedades y gobiernos. Lo mismo fue aceptado como un acto de honor por naciones guerreras, que condenado por la iglesia colonialista que se sostenía en el nombre de un dios decisor único de vida y muerte.
  2. Parteaguas en la historia de la suicidología es el paso del enfoque centrado en la enfermedad mental de quien atenta contra su vida, a la intervención del entorno social en el acto suicida considerada por el sociólogo francés Durkheim.
  3. Paso definitivo en el estudio de la acción suicida lo da Shneidman, al aportar el abordaje multifactorial del fenómeno.
  4. Aún hoy es sumamente complejo determinar las causas del suicidio, pues surgen casos tanto de países con altos estándares de desarrollo, como de individuos en aparente estabilidad, que continúan aportando cifras mayores de atentados contra la vida humana.
  5. Por lo pronto, se reafirma la escucha activa como un efectivo primer auxilio psicológico para quienes pretenden pasar de la ideación suicida al acto.
  6. Lo anterior resultaría especialmente útil en la prevención del suicidio, pues presentaría la oportunidad de detectar algunas de las señales que presagian el hecho, las que, muchas veces, se observan claras una vez sucedido lo irremediable.
  7. El análisis de las estadísticas del suicidio e intento suicida en México muestra claramente un ascenso en las tasas de ocurrencia, a tal grado que la muerte autoprovocada es la segunda causa de los fallecimientos de los jóvenes en el país.
  8. Aunque se estima que nueve de cada diez personas suicidas padecieron alguna enfermedad mental, la atención a este componente de la salud de los mexicanos parece no ser prioridad para el gobierno.
  9. Si bien el suicidio no es culpa de nadie, todas las personas pueden participar para evitarlo.
  10. La importancia de atender las causas del suicidio e intento suicida sube de nivel cuando se sabe que cada muerte auto provocada impacta a más de 130 personas y en seis alienta la imitación del acto.
  11. Hay una gran área de oportunidad en la definición y aplicación de protocolos que aseguren la confiabilidad y actualidad de la información recolectada sobre los intentos suicidas y suicidios, debido a que actualmente hay significativas diferencias en las estadísticas disponibles, al igual que un alto número de casos de origen indefinido.
  12. De manera fundamental, en este primer acercamiento a la suicidología, destaca la adquisición de la conciencia que presenta al suicidio como una decisión irreversible, de vigencia eterna, para una situación temporal.

Conclusiones personales

Si tuviera que resumir la enseñanza de este primer contacto a la suicidología de la mano de SAK Fundación, con el estudio del comportamiento suicida, destacaría su influencia en una nueva visión íntima de esta conducta.

Hasta hace poco consideraba al suicidio como un acto de valor en un momento de cobardía, o como una manifestación superior de la libertad del individuo. Hoy lo pienso como una expresión del dolor extremo de un semejante, ante el cual, voltear la cara sería indigno con mi naturaleza de igual.

Tras este encuentro, reafirmo que contribuir a aliviar el dolor humano es un deber irrenunciable, no un acto piadoso.