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Cómo detectar señales de alerta de riesgo suicida y ofrecer apoyo a los niños, niñas y adolescentes desde el ámbito escolar

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud, en el 2020, 1150 niños y adolescentes se suicidaron; es decir, un promedio de 3 casos por día. En el análisis realizado por el INEGI sobre datos de suicidio en México en el 2022, se reportó que la tasa de suicidio en niños (10 a 14 años) y adolescentes (15 a 19 años) fue de 2.1 y 7.7 por cada 100 mil habitantes, respectivamente. Estas cifras reflejan la importancia de desarrollar acciones de prevención del sucidio dirigidas a niños y adolescentes. Además del rol de la familia en esta etapa de la vida, la escuela se convierte en un espacio apropiado para realizar sumar esfuerzos de campañas dirigidos a esta problemática social.

En el 2001, la Organización Mundial de la Salud expidió el documento “Prevención del suicidio. Un instrumento para docentes y demás personal institucional” como parte del programa SUPRE, el cual fue una iniciativa mundial para la prevención del suicidio. De acuerdo con éste, el punto más importante de la prevención del suicidio es el reconocimiento temprano de los niños y jóvenes en situación de aflicción y/o con un alto riesgo de suicidio. Ahora bien, la capacidad de detectar a tiempo implica que el docente, administrativo o cualquier colaborador de la escuela tenga conocimiento sobre qué observar, por lo que también ofrece una lista de señales que podrían sugerir que un estudiante se encuentra atravesando una problemática de salud mental (como depresión, presencia de rasgos de personalidad rígidos) que puede incluir o derivar en conductas suicidas.

Los signos a observar son:

  • Falta de interés en las actividades cotidianas
  • Descenso general en las calificaciones
  • Disminución del esfuerzo
  • Comportamiento inadecuado en la clase
  • Ausencias inexplicadas, repetidas o inasistencias sin permiso
  • Fumar excesivamente, bebe o uso inadecuado de drogas como marihuana.
  • Incidentes que conducen a violencia estudiantil o a intervención de la policía

A partir del reconocimiento de las señales anteriores sería importante evaluar el riesgo de suicidio en el plantel lo que también implica un reto para el contexto educativo actual. El mismo documento señala lo siguiente “El reconocimiento y manejo de las crisis suicidas en los estudiantes pueden dar lugar conflictos entre los docentes y el resto del personal escolar, dado que carecen de las habilidades específicas requeridas, tienen poco tiempo o tienen miedo de enfrentar sus propios problemas psicológicos.” (OMS, 2001, p. 9) Resalto este punto porque considero que la capacitación de la prevención del suicidio también tendría que estar dirigida a brindar herramientas de escucha activa, empatía y aliento, habilidades que parecieran universales pero que la realidad es que no siempre han sido fomentadas en la población, principalmente en familias donde hay trauma complejo asociado a entornos de violencia.

La OMS (2001) también sugiere que el enfoque para hablar en la escuela del suicidio tendría que estar más dirigido hacia resaltar los aspectos positivos de salud mental abordando los siguientes puntos:

  • Fortalecimiento de la autoestima de los estudiantes: no presionar a los jóvenes que tienen que hacer más y mejor, promover que se sientan queridos, ofrecer espacios para el desarrollo de sus habilidades físicas, sociales y vocacionales.
  • Promoción de la expresión de emociones
  • Prevención de la intimidación o violencia en el centro educativo
  • Provisión de información sobre servicios de atención

Todo lo anterior apoyaría al desarrollo de factores protectores. Los factores protectores de esta edad son: buena relación con los miembros de la familia y apoyo de ésta, buenas habilidades sociales, confianza en sí mismo, búsqueda de apoyo ante la aparición de problemas, búsqueda de consejo cuando hay que elegir opciones importantes, receptividad ante las experiencias y soluciones de otras personas así como hacia los conocimientos nuevos. En el ámbito cultural y sociodemográfico la integración social en deportes, asociaciones religiosas, clubes u otras actividades, buenas relaciones con compañeros, profesores y otros adultos así como el apoyo de personas relevantes (Sistema Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes, 2021).

Finalmente, la escuela requiere contar con información sobre cómo y a dónde canalizar para que el estudiante reciba atención psiquiátrica y/o psicológica. Es esperado que hablar de suicidio genere muchas emociones, y más si lo colocamos en este rango de edad, no obstante, la invitación es hacer un aliado a estas emociones para transformarlas en acciones que nos permitan tener una participación más activa, que va desde el conocer este tipo de información hasta el trabajar nuestras propias dificultades en salud mental.

Referencias:

- INEGI (2023). Comunicado de prensa: Día Mundial para la prevención del suicidio. Recuperado en junio 2024, de:

https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/aproposito/2023/EAP_Suicidio23.pdf

- Organización Mundial de la Salud. (2001). Prevención del suicidio: Un instrumento para docentes y demás personal institucional.

- Sistema Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes (2021). Suicidio infantil y adolescente: factores de riesgo y factores protectores. Recuperado en junio 2024 de:

https://www.gob.mx/sipinna/articulos/suicidio-infantil-y-adolescente-factores-de-riesgo-y-factores-protectores